Hay que recordar que la dictadura de Primo de Rivera duró siete años y estuvo dividida en dos etapas: el directorio militar (1923-1925) y el directorio civil (1925-1930).
Durante la primera lo que más destacó fue la crisis bancaria en la cual muchas entidades desaparecieron y otras estuvieron cerca de la suspensión de pagos. Se produjo una retirada de depósitos que se dio por la desconfianza que existía sobre las entidades financieras. Estas, llevaban una inadecuada política de activos y experimentaron pérdidas de capital ya que aumentaba el número de deudores. Para salvar la situación, en 1925, se dio una serie de créditos al banco central por parte del Banco de España. A las otras entidades no se les intervino, dejando que la crisis siguiese su curso. Los tipos de interés comenzaron a bajar en 1922.
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En 1925, Europa y España comienzan a experimentar una expansión económica. Durante estos años se dio la política de gasto público en inversión. El problema fue el cambio de la peseta que estaba sufriendo una revalorización gracias a la mejoría política, económica y financiera en España. Se aumentó las exportaciones y con ello una balanza comercial equilibrada.
A partir de 1927, la peseta comienza a sufrir una bajada de valor. El ministro de aquel entonces, Calvo Sotelo, confió en una revalorización natural. Esta, no llegó a producirse y en 1928, la peseta comienza a recibir apoyo desde el mercado de divisas aunque no se solucionó el problema. Además se aplicó una política monetaria deflacionista y Calvo Sotelo dimite en 1929 sin poder hacer frente a la situación.
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