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España, venía de una catastrófica autarquía la cual cerró sus puertas al comercio exterior en gran parte de la dictadura de Franco. Tras esto se produjo el periodo denominado la Transición, que culminó con la Constitución de 1978.
En términos de flujos comerciales, sacando los datos del Banco de España, la suma de exportaciones e importaciones que en el año de entrada a la UE suponía el 35,9% del PIB llegó al 62,2% en el año 2000.
Por otra parte, la variación neta de activos y pasivos exteriores pasó del 2,2% y 0,7% en 1986, al 26,6% y 28,8%, respectivamente, de nuevo en el año 2000.
Haciendo un paréntesis, un hito que explica que la inversión extranjera directa en España haya pasado del 1,4% al 6,6% del PIB en la misma franja temporal, al igual que la inversión directa de España en el resto del globo haya aumentado del 0,2% al 9,6% del PIB, también en el mismo periodo de tiempo, ha sido la posterior entrada en circulación de monedas y billetes euro en los 12 estados que en el año 2002 adaptaron el euro como moneda principal, entre los que se encontraba nuestro país.
Dejando a un lado los valores numéricos, se observa claramente la apertura de un mercado europeo en el que todos los países comercializaban sus productos, con lo que así podían intentar equilibrar sus balanzas comerciales.
En conclusión, aparentemente solo se observan ventajas a largo plazo en la entrada de España en la Unión Europea, ya que, como anteriormente se ha expuesto, el Banco de España aporta datos que verifican ese cambio positivo en la economía de España, en sus primeros años como integrante de la UE.
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